Andrea Casals escribe reseña sobre novela de Kazuo Ishiguro, ganador del Premio Nobel de Literatura 2017

24 de Septiembre 2022

Reseña: The Buried Giant por Kazuo Ishiguro (El Gigante enterrado, traducción de Mauricio Bach, trad., Anagrama 2016)

FILE PHOTO: Author Kazuo Ishiguro photographed during an interview with Reuters in New York, U.S. April 20, 2005. REUTERS/Mike Segar/File Photo

Con su más reciente novela, The Buried Giant (2015), después de seis años, el escritor británico japonés Kazuo Ishiguro nos sorprende aparentemente saliendo de su zona de confort. De los relatos en torno a escenarios pre o pos guerra, como la novela Lo que queda del día (The Remains of the Day) publicada y premiada en 1989, donde el mayordomo no puede conciliar sus sentimientos personales con su fidelidad laboral en una Inglaterra que cambia entre guerras, esta nueva novela transcurre en la Inglaterra legendaria y medieval posterior al Rey Arturo. A diferencia de sus novelas anteriores, de corte más bien realista, The Buried Giant es una novela de caballería con algunos toques de magia coherentes con las creencias de la época. El elemento sorprendente de esta novela de caballería es que los protagonistas no son jóvenes y relucientes caballeros, sino una pareja de ancianos bretones, Axl y Beatrix, que emprenden un viaje épico para reencontrarse con su hijo a quien casi no recuerdan, ni recuerdan en qué circunstancias se fue de casa.

El tema del recuerdo y la memoria es central en la novela. Desde la inquietud personal de esta pareja por recordar qué sucedió con su hijo, descubren que, a pesar del amor que sienten en el presente el uno por el otro, necesitan recordar la historia con encuentros y desencuentros que les ha permitido construir esta relación. 

En su viaje se encuentran con Sir Gawain, un caballero del Rey Arturo que, a pesar de sus años, sigue cargando con su armadura en una misión encomendada por el mismo Arturo en el pasado. Gawain es un personaje melancólico y reflexivo, con dudas existenciales. Cuando el relato se centra en él, la narración cambia a primera persona; esta estrategia nos permite conocer de primera mano sus elucubraciones, las que esbozan al “caballero de la triste figura”. En este viaje los ancianos son acompañados por un niño y un guerrero sajón. Sabemos que el guerrero ha venido de lejos en una misión de reconocimiento de las condiciones de vida de los sajones en territorio bretón, pero su permanente estado de alerta nos anticipa que hay algo más…

En el transcurso del viaje, aprendemos que el olvido no es algo que afecta sólo a los ancianos, sino a todos en el territorio. Es el costo que han pagado para alcanzar la paz entre bretones y sajones. Recuperar la memoria implicaría, para Axel y Beatrix, saber qué sucedió con su hijo y cómo se construyó su historia, pero esta memoria no sería selectiva, traería recuerdos dulces y amargos, lo que ciertamente representa un riesgo que los ancianos están dispuestos a correr. Este mundo privado se ve reflejado en la Gran Bretaña: recuperar la memoria significaría recordar las guerras y avivar rencores, que probablemente conducirían a nuevas guerras entre sajones y bretones. En este contexto, el costo de la memoria es la pregunta central.

Como custodio del dragón que con su aliento encantado mantiene a la gran isla en una paz de ensueño, Gawain se enfrentará al guerrero sajón que está hambriento de venganza. El dilema finalmente es que el mismo guerrero respeta a estos tres bretones, los dos ancianos y el niño que han sido sus compañeros de viaje. La pregunta que surge es si una vez establecido el lazo, puede odiarlos sólo por ser de otra raza. En este sentido, la novela no es tan diferente a las anteriores, pues los personajes se enfrentan con que sus convicciones son puestas a prueba ante las propias experiencias. Este dilema es contingente en países como el nuestros donde aún se oculta su historia bajo el aliento del dragón, pero más vigente se muestra en conflictos como los que se viven en medio oriente, y todas las guerras en general, donde una agresión se venga con otra agresión en una escalada sin fin.

La novela está escrita de manera elegante y fluida, donde el autor muestra todo su talento para presentar las perspectivas de cada personaje. La representación de la relación de los ancianos es conmovedora, la descripción de la mentalidad bélica del guerrero, las nostalgias y dudas de Sir Gawain son convincentes. La edición con tapas duras en inglés de editorial Knopf es un placer para los que gozamos del olor a libro. Esperamos que la reciente traducción de Mauricio Bach para la edición en castellano de El gigante enterrado por Anagrama deleite con el uso del lenguaje como lo hace Ishiguro en inglés.

[1] Esta reseña es una revisión actualizada de El gigante egoísta, con el fin de hacer referencia a la nueva edición traducida. La reseña original aparece en La Bruma (labruma.com.ar)